jueves, 29 de mayo de 2008

El Ocio, un Neg-ocio, su misma negacion

El Ocio, un Neg-Ocio, su misma negación

Autor: Ariel Castelo
(Director del Centro de Investigación y Capacitación La Mancha)

Introducción.
Al pensar desde que punto de vista podrían resultar interesantes las reflexiones acerca del Tiempo Libre y sus repercusiones en la vida cotidiana, que a continuación se leerán, me preguntaba: Con cuánto tiempo contarán para leer estas líneas? En que lugar podrán encontrar un espacio de tiempo para ello: a la noche ya horizontalizados y dispuestos ó predispuestos al sueño? En el ómnibus, para “aprovechar el viaje”? En el baño? En una sala de espera? En un intervalo del trabajo?...Podríamos seguir pensando lugares y momentos que seguramente se ajustan, qué coincidencia!, al tema en cuestión.
O sea, es bastante probable que se tomen una fracción de vuestro propio Tiempo Libre para hacer esta lectura, aún cuando aquella sea de la mínima extensión posible, intercalada en otra calidad de tiempo, el Tiempo Ocupado y por ello de alguna manera estará perdiendo calidad e importancia la actividad realizada. Para el ejemplo que nos ocupa, será en el sentido de la atención que se le puede dispensar durante el mismo momento de la lectura, tanto como en el otro sentido, más trascendente, que tienen las actividades que se eligen para ocupar el Tiempo Libre. Me refiero a los efectos y la perdurabilidad de las mismas; cuanto más me involucro y dedico en su realización más impactantes y duraderos serán sus efectos en otros aspectos de la vida cotidiana, tanto como huella vivencial que grabe en mi recorrido de vida, así como posibles proyecciones y adecuaciones que pueda realizar a partir de ella.
La batalla estará planteada entre el reloj, esa prisión del tiempo inventada por el ser humano- terrible creación que está aniquilando a su inventor- que representa el tiempo cronológico y el tiempo subjetivo, el que podemos afortunadamente sostener a fuerza de creatividad y vocación de libertad.
La intención no es otra que llevarlos a pensar junto conmigo, que desde el momento mismo en que nos instalamos a hojear el diario, nos estamos metiendo propiamente en el centro del tema elegido para este artículo, y sin dudas que prefiero que sea justamente éste, el punto de vista donde nos paremos todos a mirar sobre el asunto: qué relación guardamos con la necesidad de disponer de un Tiempo Propio, en el cual elijamos libremente su ocupación y la satisfacción de la misma, en estos momentos de “Globalización” y “Crisis”, en nuestra sociedad de fines de siglo.
Hacer carne en el tema poniéndonos nosotros mismos en juego para después pensar cómo semejante asunto, se resuelve en la relación con nuestros hijos?

Acordemos el vocabulario
Como siempre es primordial que establezcamos un código, un lenguaje común, para precisar el qué estamos diciendo, sobre qué cosas estamos hablando. Por supuesto, ello ni siquiera sugiere, vuestro consentimiento ni aceptación del manejo de los términos. Sin embargo la propuesta es que acordemos por un momento, que nos referimos de la misma manera a las mismas cosas, estrictamente para facilitar la comunicación de las ideas.
El Tiempo Libre se refiere a la cantidad de horas disponibles para emplear en acciones libremente elegidas y que satisfacen esencialmente las necesidades humanas de bienestar y calidad de vida; no redituables, con ningún otro fin que el de sentir placer y disfrutar de dicha acción. Es el tiempo de la gratificación, de la alegría de ser; libre de obligaciones, a disposición de cada cual.
Es el tiempo que a diferencia del tiempo laboral puede satisfacer las expectativas, la necesidad de libertad, de goce, de autonomía, de fantasía.
Nos referimos a un pedazo de la vida cotidiana donde aparece la necesidad de distensión y descanso, de encuentro consigo mismo y con los demás, de creación y de juego, de pertenecer a un mundo que cada día nos puede parecer más ajeno, más distante y que contradictoriamente a diario, vemos acortar sus distancias geográficas al punto de poder sentirse ciudadano del universo, poseedor del saber universal con solo sentarse frente a una computadora.
Una porción de dicho Tiempo Libre es denominada Ocio. Equivocadamente se le concibe como un tiempo negativo, “el ocio es la madre de todos los vicios”, cuando en realidad hace referencia al tiempo más creativo y enriquecedor del ser humano, o sea aquella parte del Tiempo Libre que queda expresamente a disposición autónoma de cada persona y que obtiene como producto de su ocupación el desarrollo personal y por añadidura el desarrollo social.
El asunto clave para comprender la equívoca interpretación del valor negativo respecto del Ocio, se ubica en el propio surgimiento y progresivo crecimiento del fenómeno. Debido al desarrollo de la Sociedad Industrial y por efecto del progreso tecnológico, en relación directa con la estructura de división del trabajo y de distribución del producto social y de la riqueza, ha dado como resultado en términos generales, la reducción de la jornada laboral. Es decir, del tiempo ocupado en producir; del Tiempo de Trabajo que es el tiempo que obligadamente debemos destinar para satisfacer necesidades de supervivencia.
De esta manera desembocamos en la certeza que aquel Tiempo Libre viene definitivamente determinado como residuo; lo que nos queda luego de cubrir ese Tiempo de Trabajo que es el llamado tiempo productivo. Y cabe hacerse la pregunta: productivo para quién? O sea, a quién le devuelve la riqueza? En todo caso, cuales son las proporciones del reparto? El individuo está muy lejos de relacionarse y apropiarse de los beneficios del trabajo- ese conjunto planificado de operaciones concientes- dado que en la producción, de esta sociedad capitalista, el trabajador vende su potencialidad productiva, síquica y física, por un tiempo determinado. Ese tiempo al ser vendido ya no le pertenece. Se subordina esa actividad a los objetivos determinados por el comprador. Esta venta escinde el tiempo del hombre en dos: uno que entrega y se le vuelve ajeno, y otro que mantiene como propio. Por ello, el Tiempo Libre, es libre del Trabajo y de las constricciones que éste impone.
Lo ajeno, el tiempo de trabajo y lo propio, el tiempo libre, el ocio.
El Tiempo Libre también se diferencia del Tiempo Familiar ya que este último conlleva responsabilidades y obligaciones, exigencia y trabajo doméstico, que se ve especialmente incrementado en el caso de la mujer, que actualmente está ocupando cada vez más lugar en al mercado laboral, antiguamente reservado para los hombres, pero que sigue siendo la principal responsable del quehacer doméstico, incluyendo la crianza y educación familiar de los hijos.

Todos jugamos, pero aveces la cancha está flechada
El Tiempo Libre es un refugio. Claro que el mismo no coincide entre los diferentes integrantes de la familia. Por un lado y atendiendo solamente aquellos núcleos familiares que aún no han debido recurrir al aporte del “trabajo infantil” para obtener lo básico para la sustentación, distinguimos la situación de trabajo social, profesional, gracias al cual hay entrada de dinero, como una parcela importante del tiempo ocupado del adulto y podríamos asimilar, forzadamente, el tiempo dedicado al estudio, como un paralelo del tiempo ocupado que tienen los niños, adolescentes y jóvenes en el ámbito familiar. Sumémosle a ello el tiempo del quehacer doméstico y esto corre para grandes y chicos, en mayor o menor medida según la propuesta de reparto familiar de las responsabilidades cotidianas en torno a la casa y los menesteres necesarios para su atención. De todos modos donde quiero llegar es que el tiempo que resta, el que viene quedando es para cada cual “su” tiempo libre; libre de obligaciones laborales y familiares; libre para las opciones de su ocupación.
Las posibilidades de elección respecto de cómo y con qué ocupar ese Tiempo Libre están inevitablemente ligadas a las condiciones socioeconómicas y por tanto en buena medida, al acceso de las ofertas que existen.
Quiero detenerme en este punto pues entiendo que aquí llegamos a una encrucijada, clave en la resolución de la cuestión principal que a todo padre y madre nos preocupa con relación a la utilización por parte de nuestros hijos, de “su” tiempo libre, y los fantasmas de la droga, el alcohol, el sexo irresponsable, la violencia,... y podríamos seguir una larga lista de calamidades sociales.
Definitivamente el Tiempo Libre y el Ocio en la medida que den respuesta a la necesidad de descanso y restablecimiento; de entretenimiento, distracción y diversiones saludables física y síquicamente; de autorrealización y aspectos formativos de la propia identidad y finalmente de placer, serán concebidos como un Tiempo Liberador, es decir jugando un puesto clave en el partido de convertirse en persona, individuo y ser social.
El fenómeno del Ocio tendrá entonces importancia principal en la vida individual y en la existencia humana en general. No obstante también pasará a formar parte en su resolución y comportamiento, del sistema de injusticias globalizadas, que paradojalmente abre y obtura las oportunidades, según la ubicación en el esquema de las capacidades de consumo de bienes y servicios y por ende del disfrute o no de los mismos.
El Ocio, producto de la sociedad moderna, tampoco tiene una distribución de justicia.
Concomitantemente surge el Neg-ocio, su negación como tiempo creativo, y se crea la gran industria del Tiempo Libre, de la que por supuesto pasaremos a ser igualmente cooptados, atrapados en sus seductoras redes que entreveran el auténtico deseo de gratificación y placer del ser y hacer, con la feroz competencia y carrera del tener.

La familia o el entretiempo…
A los padres y madres nos preocupa grandemente el futuro de nuestros hijos y ello es muy plausible y deseable. Lo que no siempre termina ayudando en esta dificultosa tarea de facilitar sin amedrentar, aportar sin recortar, apoyar sin requerir, es la angustia de no poder controlar en buena medida, algunos aspectos de su vida, en particular una buena porción de tiempo que ellos ocuparán según su mejor saber y entender, “su” tiempo libre.
Creo que hay aquí una llave de intervención, a mi entender valiosa, por parte de los padres, atendiendo por entero a la verdadera opción libre que se debe ejercer en este tiempo y que aunque nos propongamos recortar, aún con intención de ayudar, nunca lo lograremos.
A lo que me refiero es a la conversión del Tiempo Libre en Tiempo Liberador y Ocio Creativo, en un verdadero aprendizaje de la libertad para elegir el uso del tiempo libre que nos merecemos o en todo caso se merecen nuestros hijos. Pensar desde esta perspectiva, supone partir de una premisa de confianza. De nosotros en ellos y fundamentalmente, obtenerla de ellos, para con nosotros. Ello implica ganarla.
Considerando el ámbito familiar, sus múltiples relaciones y circunstancias, espacios y tiempos, como un todo-territorio, posible de fabricarlo colectivamente, entiendo que, será propiciando una actitud creativa a permanencia, que podremos aspirar a tener algún mínimo de incidencia en la formación de las opciones para el tiempo Libre y el Ocio de nuestros hijos. En primer lugar, en nosotros mismos para posibilitar la comunicación y la comprensión con nuestros hijos y en segundo lugar, en ellos mismos.
Hablo del Ocio Creativo. La creatividad imprime el sello del individuo en el producto; un producto original, que surge de la relación del individuo con las personas y circunstancias de su vida.
El móvil de la creatividad es la tendencia del ser humano a realizarse, llegar a ser sus potencialidades. La tendencia a expresar y realizar todas las capacidades. Crear es una satisfacción y una autorrealización. Los padres y madres debiéramos promover por todos los medios posibles y con toda la fuerza disponible la actitud creativa de nuestros hijos, lo que posiblemente devendrá en una construcción valiosa de “su” tiempo libre como protagonista, a la hora de las elecciones para su ocupación.
Estar abiertos a la experiencia, en franca oposición a la actitud defensiva y de autoprotección; privilegiar la evaluación interna por sobre la opinión ajena, es decir que la base de la evaluación reside en uno mismo sin significar esto, que se ignore la opinión externa; finalmente la capacidad de jugar con elementos y conceptos, sin rigidez, aventurarse, dar forma a hipótesis absurdas, superar y expresar lo ridículo con libertad, son los requisitos básicos para la aparición de una visión nueva y significativa de la vida que ofrecerá opciones creativas y alternativas para el campo específico de la vida humana que hemos convenido en llamar Ocio.

“Tan pronto el hombre se reconoce a sí mismo como ser libre y quiere ejercer su libertad, entonces su actividad es el jugar” J. Paul Sartre







Bibliografía consultada en la elaboración de este artículo:

¨ Crítica de la Vida Cotidiana - Ana P. de Quiroga/ Josefina Rasedo/ David Zolotow.
¨ Convertirse en persona - Carl R. Rogers
¨ Revista Trabajo Social nº 12, artic.: "Espacios juveniles. Un método desde lo recreativo" - Juan P. Bonetti.
¨ Exposición en Seminario Unicef/ Anong/ Red de Infancia: “El derecho a jugar o la trascendencia de lo inútil” - Ariel Castelo.
¨ Conferencia en IIª Bienal Internacional del Juego: “Hechos y desechos” - "La Mancha" Centro de Investigación y Capacitación.

Montevideo, agosto de 1998.

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